Ahir vaig prometre que respondria a la crida llençada pel teleamic Carlos Cabanillas, amb el seu esperit provocador i anarquitzant, a cremar els llibres de text a fi que cada professor elabori el seu propi llibre amb cada grup d'alumnes. En el seu comentari Carlos matisava que era un exabrupte per emfatitzar la nova mentalitat que havia de adquirir el professorat. De tota manera vaig prometre erigir-me en el paladí dels tan denostats llibres de text i així ho faré, en el benentès que parlaré a favor dels bons llibres de text, que n'hi ha, com també n'hi ha, naturalment, de pèssims que no mereixen ser defensats. Però tampoc cal cremar-los, no instaurem ara una in-TIC-isició: prou dificultat tenen els pobres llibres a sobreviure entre tanta tecnologia.
Certament una de les satisfaccions més grans que pot tenir un docent en la seva vida professional és veure com les activitats preparades per ell mateix són ben acollides pels seus alumnes i es demostren eficaces perquè aprenguin. I puc arribar a entendre que l'objectiu ideal a llarg termini sigui arribar a prescindir del llibre de text. Però, en la meva opinió, abans n'hauria d'haver utilitzat uns quants. En primer lloc perquè se'n pot aprendre molt, dels bons llibres de text, sovint elaborats per altres professors que ens duen anys d'avantatge i d'experiència. Jo puc dir que, a partir d'alguns llibres de text, he après a ensenyar d'una manera força diferent a com em van ensenyar a mi. Per tant el bon llibre de text ens ajuda a alliberar-nos de reproduir indefinidament la mateixa metodologia i esdevé, així, una important font d'innovació didàctica, com sembla que és el famós mètode Orberg que el mateix Carlos troba temptador o com els mètodes de Cambridge o d'altres nascuts en el nostre país.
D'altra banda l'aprenentatge de qualsevol matèria -i especialment de les llengües- exigeix un mètode. I elaborar un mètode coherent i complet vol anys de dedicació. No tothom es pot permetre el luxe el luxe d'una dedicació tan intensiva per les seves circumstàncies professionals o personals. Un llibre de text ens el pot proporcionar, aquest mètode. No obstant això, sobre el suport que ens dóna i al qual sempre podem recórrer -tant els professors com els alumnes-, és clar que convé complementar-lo amb materials elaborats per un mateix o recopilats d'altres llocs. I en això les TIC són sens dubte les eines més útils.
Llibres de text o de lectura, TIC o altres recursos no s'exclouen sinó que es complementen.
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6 comentaris:
Pero el libro de texto me temo que ya está muerto. Todas las grandes editoriales han desistido del bachillerato. Si compruebas el fondo ISBN, podrás observar, y no sólo para el latín y el griego, que desde el año 2000, a grandes rasgos sólo se publican libros de idiomas.
No estoy vinculada a la docencia, pero de mi propia experiencia personal extraigo la idea de que el libro de texto, con todos los pros y contras que pueda tener, además de constituir un soporte muy importante para el profesor, puede garantizar el contenido de una serie de conocimientos similares para toda la población escolar. La idea de que cada profesor "invente" su propio libro, aun cuando pueda resultar una experiencia particularmente rica en algunos casos, puede dar lugar a una cierta caotización y no garantizar los mínimos exigibles. Por otra parte, quizá quiebre el principio de igualdad. Esta es una opinión personal, no profesional. Saludos.
Iaene, no estoy tan convencido. Yo diría que los libros de texto aparecen con cada reforma de los estudios. Pronto veremos si con la nueva LOE salen nuevos libros o al menos adaptaciones.
Isabel, tocas un aspecto en el que no había pensado. Y tienes razón en apuntarlo, aunque también es cierto que seguir un libro de texto no significa terminarlo y por lo tanto tampoco es una garantía absoluta. Por otra parte, desde mi punto de vista, es poco recomendable llevar al extremo el principio de igualdad.
Coincido con Sebastià en que lo más importante es un buen método (y no todos los libros de texto de latín lo tienen, sino que muchos se limitan a acumular frases sin sentido ni contexto). No se necesita un libro de texto si este consiste en la lista progresiva de declinaciones y verbos y unas frases o textos extraídos al azar (o copiados de otros libros). Cualquiera puede hacerse su "propio" libro con esas características. Otra cosa es usar un libro de texto con un verdadero método (ya sea el clásico de gramática-traducción o el de comprensión lectora -reading method-).
En todo caso las lecturas complementarias, de las que he escrito una buena cantidad, las películas, las TIC y las actividades de reenactement (juegos romanos antiguos, comida romana u otros) son complementarias y apoyan con eficacia un buen método.
Estoy de acuerdo también en que es muy difícil hacer un buen libro de texto en latín con método (y lo digo porque lo he intentado y por el momento no lo he conseguido).
En fin, que apoyo el libro de texto con método, siempre con la libertad de que el profesor añada sus textos latinos preferidos (sobre todo en Latín II, con una base ya adquirida).
Yo señores no creo en el libro de texto. Creo que los grupos son muy heterogéneos cada año y para el profesor es una condena encadenarse a un libro de texto. Personalmente prefiero hablar de "estrategia" que de método. Ya que "método" me suena a "método pilates" y en cambio estrategia, a pesar de sus conotaciones bélicas, implica: uno: que hay alguien enfrente (los alumnos); dos que tienes unos objetivos y tres: que tienes que buscarte la vida para que los que tienes delante descubran esos "objetivos". La ventaja de las TIC es la accesibilidad que proporciona a gran cantidad de materiales y proyectos pedagógicos. Esto permite tener más "recursos" a la hora de planificar el aula. Evidentemente esto lo sabemos todos. Por otro lado deberíamos estar obligados a utilizar elementos "cotidianos" para la enseñanza, y el papel "ya no es cotidiano". Enseñar con libros, y es mi opinión, es como enseñar astronomía con un catalejo, aprenderse se aprende, pero ...
Fernando, has expresado claramente lo que pretendía yo defender en mi entrada.
Iaene, me parece perfecto que un profesor actúe del modo que describes siempre que siga un método, que no tiene por qué ser rígido: si es flexible y se adapta al alumno, mejor que mejor. Sin embargo no estoy de acuerdo con la equiparación de un método (si es bueno y se acorda con el profesor) con una condena. Tampoco con la idea de que el papel o el libro han dejado de ser cotidianos. Para mucha gente lo son, y creo y espero que lo van a continuar siendo (véase intervención de Sergi a favor de la tesis contraria en el blog de Carlos). De todas formas debería haber aclarado en un principio que para mi lo importante es el método. No encontraría ningún inconveniente (si fuera aceptado por los alumnos) en que se aplicase desde un soporte virtual en lugar de un libro de texto convencional.
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